
En Parque Nacional Torres del Paine, la hotelería local impulsa un modelo de turismo responsable que equilibra conservación y experiencia, convirtiéndose en referente internacional.
En el corazón de la Patagonia chilena, Torres del Paine deslumbra con sus glaciares, montañas y ecosistemas únicos. Sin embargo, el parque nacional enfrenta un desafío creciente: cómo compatibilizar la llegada de más de 300 mil turistas anuales con la preservación del entorno natural. Ante esta realidad, la hotelería local ha asumido un rol protagónico al implementar prácticas de sustentabilidad que reducen el impacto ambiental y enriquecen la experiencia de viaje.
“El principal desafío es hacer que la sustentabilidad sea alcanzable para todos. Si los turistas ven cómo cuidamos nuestro entorno, llevarán ese mensaje a sus países y el impacto se multiplicará”, afirma Bernardo Domínguez, asesor estratégico de Holding Solo Expediciones.
De la basura al modelo verde
En los años noventa, la acumulación de residuos era un problema crítico en el parque. Hoy, la situación es distinta: tratamiento de aguas, reducción del uso de combustibles fósiles y gestión estricta de desechos forman parte de la operación diaria. La sustentabilidad dejó de ser un valor agregado y se transformó en un requisito esencial para competir como destino internacional.
Gastronomía con identidad y huella verde
Un ejemplo inspirador es el Hotel del Paine, que cultiva un huerto de 300 m² con invernaderos y siembras al aire libre. Allí crecen 52 especies de hortalizas y hierbas adaptadas al clima magallánico, que se convierten en protagonistas de menús de temporada.
“Diseñamos platos que respetan el ciclo natural. Cuando la espinaca está en su punto, la acompañamos con nuestro salmón ahumado artesanal”, explica Sebastián Benítez, asesor en jefe de alimentos y bebidas del hotel.
La propuesta se completa con cócteles de autor elaborados con hierbabuena, grosellas, ruibarbo y romero fresco, además de un espirituoso de lenga añejado cinco años y cerveza artesanal producida junto a cervecería Maltok. Con ello, el hotel fortalece la economía local y circular.
Energía limpia y economía circular
La incorporación de paneles solares permitió reducir en un 90% el uso de combustibles fósiles. Una planta purificadora asegura el retorno del agua al ecosistema sin impactos negativos, mientras el compostaje convierte residuos orgánicos en nutrientes para la huerta.
“Cada acción se integra en un ciclo sustentable: la huerta disminuye el transporte de alimentos, el compost aprovecha los residuos, y la coctelería local cierra el círculo de la economía circular”, señala Benítez.
Un modelo con visión global
La hotelería de Torres del Paine se consolida como un laboratorio vivo de turismo responsable. Los visitantes valoran no solo los paisajes, sino también el compromiso de los hoteles con la conservación y la energía limpia.
“Cada tonelada de CO₂ que evitamos emitir gracias a la energía solar ayuda a que los glaciares del mundo vivan un poco más”, enfatiza Domínguez.
Con estas iniciativas, la Patagonia chilena se posiciona como un referente internacional en sustentabilidad, donde hospitalidad y conservación conviven en equilibrio.







