Fatiga, estrés, calambres y problemas de sueño explican por qué el magnesio se vuelve uno de los suplementos más consultados en Chile durante el cierre del año, especialmente por su impacto en la energía, el equilibrio muscular y el bienestar general.
A medida que el año llega a su fin, muchas personas comienzan a experimentar agotamiento físico y mental, sueño liviano, irritabilidad y calambres musculares. El cierre de proyectos, las celebraciones y el aumento del calor generan un escenario de estrés acumulado que impacta directamente en la salud.
En Chile, un estudio de Laborum (2024) reveló que el 89% de los trabajadores presenta síntomas asociados al síndrome de burnout, una cifra que tiende a intensificarse en los últimos meses del año debido a jornadas extensas y menor descanso efectivo. En este contexto, el magnesio vuelve a posicionarse como uno de los minerales más buscados en farmacias y centros de salud.
“El magnesio es un micronutriente esencial para más de 300 reacciones químicas del organismo. Cumple un rol clave en la función muscular, la producción de energía y el equilibrio del sistema nervioso”, explica Ma. Soledad Velásquez, químico farmacéutica de Farmacias Ahumada. Su déficit, incluso leve, puede manifestarse como cansancio persistente, contracturas musculares o dificultades para dormir.
Entre sus principales beneficios se encuentra la disminución del estrés y la ansiedad, ya que ayuda a regular neurotransmisores asociados a la relajación y al descanso. Además, participa activamente en la producción de energía celular —a través del ciclo de Krebs y la síntesis de ATP—, previene calambres y dolores musculares post ejercicio y contribuye a la salud ósea, en conjunto con el calcio y la vitamina D.
El organismo no produce magnesio por sí solo, por lo que debe obtenerse a través de la alimentación o la suplementación. Verduras de hoja verde, legumbres, frutos secos, semillas y cereales integrales son algunas de sus fuentes naturales. Sin embargo, estudios recientes indican que una parte importante de la población no alcanza las cantidades diarias recomendadas, lo que puede afectar el bienestar general.
Existen además grupos con mayor riesgo de déficit, como adultos mayores, personas con enfermedades gastrointestinales, diabetes, deportistas o quienes siguen dietas muy restrictivas. “Siempre es importante consultar a un profesional de la salud para evaluar si es necesario reforzar la dieta o recurrir a suplementos, especialmente considerando la variedad de presentaciones disponibles”, advierte Velásquez.
Tipos de magnesio y sus usos
No todas las formas de magnesio actúan igual. El citrato de magnesio es una de las presentaciones más utilizadas por su buena absorción, aunque puede tener un efecto laxante. El bisglicinato destaca por ser suave para el sistema digestivo y es ideal para la relajación y el sueño.
El malato de magnesio, combinado con ácido málico, se asocia a un aumento de energía y mejora del ánimo, siendo útil en casos de cansancio persistente. El treonato, en tanto, ha ganado interés por su impacto en la función cognitiva, favoreciendo la memoria y el aprendizaje. Finalmente, el cloruro de magnesio es recomendado para apoyar la función neuromuscular, el metabolismo energético y la prevención de calambres.
La evidencia científica respalda la suplementación principalmente cuando existe deficiencia confirmada o factores de riesgo claros. No obstante, Velásquez señala que hay consenso en que el magnesio puede ser un aliado frente al cansancio de fin de año, al intervenir directamente en la generación de energía celular y en la recuperación física y emocional. “En períodos de alta demanda, como diciembre y el verano, puede ayudar a reducir la fatiga, mejorar el descanso y actuar como un ‘freno’ bioquímico del estrés”, explica.
Aun así, la especialista llama a la prudencia. Según la ENCAVI 2023-2024 del Ministerio de Salud, más del 63% de la población chilena mayor de 15 años vive con al menos una enfermedad, por lo que el consumo de magnesio debe ser supervisado. Este mineral puede interactuar con medicamentos como diuréticos, antibióticos o fármacos para el reflujo, y su exceso puede provocar diarrea, hipotensión o alteraciones cardíacas, especialmente en personas con función renal disminuida.
El cierre del año suele exigir más de lo habitual. En ese escenario, el magnesio se presenta como una herramienta accesible y natural para apoyar la energía, reducir la fatiga y mejorar el bienestar emocional. Sin embargo, no es una solución mágica. Su uso seguro depende de conocer las formas adecuadas, las dosis y los riesgos, siempre con orientación profesional. Como concluye Velásquez, “un buen equilibrio entre alimentación, descanso y un aporte razonable de magnesio puede marcar la diferencia para terminar el año con mejor energía y comenzar el siguiente con mayor vitalidad”.








