En este año electoral, la agenda ha estado centrada en los temas que figuran como más urgentes y que más preocupan a la ciudadanía. Estos son seguridad, crecimiento y migración.
En los debates presidenciales, si bien las preguntas para los candidadtose han centrado en estos temas, algunos periodistas han logrado sacar a los candidatos de ahí, y llevarlos a otros espacios también fundamentales de la agenda pública, como la evidente crisis del empleo y cómo salir de ella, y para esto, los candidatos han tenido pocas respuestas, y ninguna se hace cargo de la ola que viene junto a la irrupción de las nuevas tecnologías.
Hoy, Chile vive una paradoja. Producto de nuestra amplia cobertura de internet y acceso a equipos móviles, hemos sido de los países más rápidos de la región en acercarnos a la inteligencia artificial, sin embargo, somos uno de los últimos de la OCDE en habilidades básicas de su población adulta. Esa brecha, que incluye rezagos en lectura y matemáticas, limita nuestra capacidad para aprovechar la tecnología con impacto real. Y tiene consecuencias directas: 2,4 millones de trabajadores en Chile están en ocupaciones con alto riesgo de automatización, y 4,7 millones podrían ver más del 30% de sus tareas aceleradas por la IA generativa. Lo más preocupante, es que uno de cada cuatro no tiene alternativas claras de reconversión si no se trabaja en una política pública clara respecto al tema.
A pesar de esto, la formación de capital humano sigue fuera de la conversación electoral, como si fuese un tema técnico o secundario, pero es clave. La capacidad de aprender, adaptarse y desarrollar nuevas habilidades está directamente vinculada con productividad, empleabilidad y calidad de vida. Un trabajador con mejores competencias matemáticas, por ejemplo, tiene seis veces menos riesgo de quedar desempleado. Y si Chile resolviera su brecha de competencias y la llevara al promedio de la OCDE, elevaría en un 18% su productividad.
En el OTIC de la CChC lo vemos todos los días. Empresas que no encuentran trabajadores con las competencias requeridas, y trabajadores que no encuentran empleo producto de sus brechas y que necesitan reconversión. Pymes que buscan crecer, regiones que requieren programas adaptados a su realidad, y un sistema que no siempre responde con la velocidad que exige el mercado laboral. Por eso es clave avanzar en innovación, plataformas de información, capacitación más flexible que se ajuste a las necesidades reales de las empresas, iniciativas para sumar más jóvenes y mujeres al mercado laboral, reconversión para los mayores, y un foco especial en regiones y en las pymes.
Hoy la tecnología avanza más rápido que la educación formal y la brecha sólo crece. Si no actuamos rápido, iremos perdiendo competitividad global y poniendo en riesgo miles de empleos en un mercado laboral ya presionado. Ante este escenario, el gobierno entrante debe establecer una hoja de ruta clara para asegurar que el país cuente con las competencias que necesita para aprovechar estas oportunidades. Esa hoja de ruta no está en los programas de los candidatos ni se ha escuchado en los debates, esperemos que se establezca como prioridad a partir del 11 de marzo, porque una cosa es clara, esta ola no espera a nadie, o la miramos de frente y la surfeamos con decisión, o nos pasará por encima.
José Esteban Garay, gerente general del OTIC Cámara Chilena de la Construcción
