
Dos diseñadoras del FabLab de la Universidad de Chile desarrollaron Filga, un innovador hilo elaborado con extractos de algas marinas del sur del país.
En el laboratorio FabLab de la Universidad de Chile, las diseñadoras Josefa Mella y Sofía Anwandter desarrollaron Filga, una fibra biodegradable creada a partir de algas marinas del sur de Chile, que busca aportar al cuidado del medioambiente y abrir nuevas posibilidades en el mundo de la agricultura y el diseño sustentable.
“Todo surgió desde la experimentación y la curiosidad”, explica Josefa Mella, cofundadora del proyecto junto a Sofía Anwandter. Ambas diseñadoras crearon este filamento natural y resistente, que puede utilizarse para amarrar plantas, fabricar utensilios tejidos o incluso prendas de vestir, convirtiéndose en un aporte real al ecosistema.
Entre sus múltiples usos, Filga puede emplearse en agricultura como hilo de amarre para guiar cultivos. Con el paso del tiempo, el material se biodegrada y enriquece la tierra como abono, lo que lo convierte en una alternativa ecológica frente a los plásticos tradicionales. “Hoy estamos enfocadas en el área agrícola, pero el material es muy versátil; queremos explorar su aplicación en la manufactura de tejidos”, añade Anwandter.
De un proyecto académico al emprendimiento sostenible
La historia de Filga comenzó como un proyecto universitario que tomó forma en el FabLab U. de Chile, ubicado en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Allí, ambas jóvenes postularon para desarrollar su idea y concretar un producto innovador, flexible y sustentable.
“Yo hice mi práctica en el FabLab y vi que había instancias para apoyar emprendimientos. Así, junto a Josefa, pedimos una residencia y comenzamos con las pruebas hasta llegar al resultado final”, recuerda Sofía. Tras varios meses de ensayo, en 2023 lanzaron oficialmente Filga, disponible en madejas de 50 y 100 metros.
Actualmente, la producción se mantiene a escala artesanal, con procesos que toman cerca de una semana. “Compramos la materia prima, elaboramos la mezcla y obtenemos un filamento resistente y biodegradable”, comenta Mella.
Innovación abierta y nuevos desafíos
El futuro de Filga se orienta a escalar su modelo de producción y ampliar su alcance. “Queremos avanzar hacia un sistema automatizado y explorar nuevas líneas de productos agrícolas y textiles”, explica Anwandter.
Para fortalecer este crecimiento, las creadoras buscan nuevas fuentes de financiamiento que les permitan optimizar su proceso productivo.
En agosto, el FabLab U. de Chile lanzó la convocatoria “Explora, crea y transforma con Filga”, que invitó a diseñadores y creadores a experimentar con esta fibra natural. La iniciativa recibió más de 100 postulaciones, y cinco proyectos fueron seleccionados para desarrollar prototipos con 50 metros del material.
“Queremos inspirar a más personas a crear con materiales que cuiden el entorno. Filga es solo un punto de partida para repensar la relación entre el diseño, la naturaleza y la sostenibilidad”, concluye Mella.







