El protocolo, efectuado por investigadores del INTA de la U. de Chile a 60 participantes de la comuna de Curaco de Vélez, en Chiloé, arrojó que un grupo de adultos mayores que consumió 300 gramos de trucha a la semana, junto con el aumento de ácidos grasos Omega 3, vio reducido en 62% sus niveles de Proteína C Reactiva Ultrasensible (PCR Us), indicador de inflamación directamente relacionado con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas e incluso deterioro cognitivo y demencia.
Desde el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (INTA) aseguran que los resultados son clínica y estadísticamente significativos, y un antecedente relevante para la eventual elaboración de políticas públicas.
Para obtener los resultados se reclutó a 60 participantes -con una edad promedio de 75,7 años- de la comuna de Curaco de Vélez, en Chiloé. A 30 de ellos se les dio 150 gramos de trucha en sus almuerzos dos veces por semana durante tres meses. La otra mitad cumplió el rol de grupo de control.
Así, se realizaron encuestas sociodemográficas y de salud, se determinaron los niveles de ácidos grasos plasmáticos mediante el índice Omega 3 (Omegaquant) y se midieron los niveles de proteína C reactiva ultrasensible (PCR-Us), un indicador de inflamación, en ambos grupos al inicio y al final de la intervención.
Pasados los tres meses, los participantes que consumieron trucha, producto donado por Salmones Antártica para el estudio, registraron un aumento significativo en los niveles circulantes de Omega 3 y una mejoría en la relación Omega 3 Omega 6 como también una disminución de 62% en los niveles de Proteína C Reactiva Ultrasensible (PCR Us). Lo anterior reveló una disminución en la percepción del dolor.
La doctora Cecilia Albala, académica del INTA, asegura que los resultados son clínica y estadísticamente significativos y explica que hasta donde se tiene conocimiento, no se ha realizado un protocolo similar, en el que se evalúen no solo los niveles de ácidos grasos circulantes sino los perfiles inflamatorios y de salud y calidad de vida, en población de adultos mayores en Chile o América Latina.
Albala señala que dadas sus propiedades “la inclusión en la dieta de especies marinas de alto contenido graso es altamente recomendable. Es de esperarse entonces que una intervención a largo plazo sea beneficiosa para las personas mayores, ya que los pescados además de ser una buena fuente de grasas saludables son una buena fuente de proteínas de alto valor biológico, vitaminas y minerales, nutrientes críticos para alcanzar el envejecimiento saludable”.
¿Por qué se eligió Curaco de Vélez? La historia se remonta cinco años atrás cuando un equipo de la universidad finlandesa de Karelia del Norte visitó nuestro país y propuso un proyecto para favorecer el envejecimiento saludable de la población.
La experiencia de Karelia del Norte y el programa Envejecimiento Activo
Fue en 2018 que una misión finlandesa de la Universidad de Karelia del Norte visitó el Ministerio de Desarrollo Social. Su idea era colaborar con Chile para implementar un proyecto que, décadas atrás se había implementado en Finlandia con sorprendentes resultados.
En los años 60, la población finlandesa sufría las consecuencias de una guerra con Rusia devastadora. Las condiciones de salud y envejecimiento eran sumamente precarias; y el índice de muerte por enfermedades cardiovasculares era de los más altos del mundo. También, los hábitos alimenticios eran de alto riesgo.
La situación se tornó especialmente crítica en Karelia del Norte, donde 700 de cada 100 mil hombres de entre 34 y 65 años morían por enfermedades cardiovasculares. Esto los posicionó como los hombres con mortalidad por cardiopatías más alta del mundo. A ello se sumaban altos índices de colesterol, presión arterial elevada y tabaquismo.
En este contexto, entre 1972 y 1977, se implementó un proyecto en la provincia enfocado en generar cambios socio conductuales para la reducción de los factores de riesgo para la salud pública y la prevención de enfermedades cardiovasculares a través de cambios en el estilo de vida.
Los resultados fueron tan exitosos que el modelo de trabajo fue exportado a todo el país. El proyecto terminó finalmente 25 años después, en 1997 y entre sus principales resultados estuvo la reducción de más de 80% de las muertes anuales de hombres (ajustadas por edad) por enfermedades cardiovasculares así como un aumento en la esperanza de vida de 10 años.
Así, en 2018, con la visita de la Universidad de Karelia, se comenzó a activar una red público privada que reunió a la Universidad de Chile, el Senama, Mutual de Seguridad, organizaciones privadas como Salmones Antártica, la Cámara Chilena de la Construcción a través de ILC, Corbion, la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) y Riolab, permitiendo así dar inicio al programa Envejecimiento Activo. Luego se sumaron las empresas Sodimac, Invermar, Camanchaca y Saesa, potenciando aún más esta alianza público-privada.
“Se trata de inversión en cambiar el pensamiento, por eso es un proyecto tan atractivo para un país. No implica inversiones de dinero muy grandes, sino que se trata de un mecanismo para cambiar la manera de pensar y de enfocar las cosas”, explica el líder del programa, el doctor Miguel Luis Berr, del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.
Se eligió inicialmente a la comuna Curaco de Velez porque reunía todas las características necesarias para un plan de este tipo: comunidad bien organizada, autoridades comprometidas con el progreso y bienestar de los habitantes, población estable, buen número de adultos mayores, organizaciones sociales solidarias y un panorama general en el que las instituciones y organizaciones trabajan unidas.
El proyecto -iniciado en noviembre de 2021- es una iniciativa transdisciplinaria y multifactorial que ha tenido exitosos resultados y está compuesta por cinco pilares fundamentales: Control de enfermedades crónicas no transmisibles, nutrición, actividad física, hábitat y salud mental, cada uno de ellos apuntando a un objetivo común, que los adultos mayores del país vivan sin limitaciones funcionales y con autonomía.
Los resultados han sido exitosos y por eso el programa se ha extendido a la comuna de Quinchao, también en Chiloé. Para lo anterior ha sido clave la coordinación y trabajo conjunto de las diferentes organizaciones involucradas. Así lo explica el gerente del proyecto, Guillermo Ariztía, quien asegura que “la implementación de un programa de estas características habría sido muy compleja sin la disposición y coordinación entre autoridades, la academia, comunidad y el mundo privado. Estamos convencidos de que esta iniciativa puede ser una buena base para la elaboración de políticas públicas de alimentación saludable, no solo para el sur, sino que para todo el país. Para ello, la alianza público-privada bajo la cual hemos trabajado ha sido y seguirá siendo fundamental”.