El liderazgo chileno en vehículos eléctricos abre una oportunidad clave para descarbonizar la cadena de frío y fortalecer la logística sustentable del sector salud
Chile se ha posicionado como uno de los países líderes en electromovilidad en América Latina, con cerca de 4.500 vehículos eléctricos comercializados durante 2024, lo que representa un crecimiento interanual de aproximadamente 183%. A esto se suma una de las flotas de buses eléctricos urbanos más grandes del mundo, especialmente en Santiago, que ha permitido desarrollar capacidades técnicas, experiencia operativa y un marco regulatorio robusto.
Sin embargo, este avance contrasta con la lenta electrificación del transporte de carga refrigerada, un segmento estratégico para la industria farmacéutica, que continúa dependiendo mayoritariamente del diésel. Esta realidad implica altos niveles de emisiones, consumo energético y contaminación acústica, particularmente en zonas urbanas densamente pobladas.
El contexto energético del país abre una oportunidad concreta. La creciente participación de energías renovables en la matriz eléctrica —que ya alcanza el 20%— permite que un vehículo eléctrico emita hasta tres veces menos gases de efecto invernadero que uno a combustión. Si la electricidad utilizada proviene completamente de fuentes renovables, el transporte puede operar con cero emisiones en su ciclo de funcionamiento.
“Hoy es necesario avanzar hacia una logística de carga refrigerada con enfoque sustentable. Las flotas que operan intensivamente en ciudades tienen un rol clave en la reducción de la huella ambiental”, afirma José Carlos Gómez, director de Ventas LAR Norte de Thermo King, compañía especializada en soluciones para transporte refrigerado.
Electromovilidad y cadena de frío: avances y brechas
La electromovilidad se refiere al uso de tecnologías de transporte impulsadas por energía eléctrica en reemplazo de combustibles fósiles. En el ámbito del sector salud, esto implica unidades capaces de mantener temperaturas críticas para vacunas, medicamentos biotecnológicos y productos termoestables, sin generar emisiones contaminantes.
La cadena de frío es uno de los procesos más intensivos en consumo energético dentro de la logística. Los sistemas de refrigeración diésel utilizados en el transporte farmacéutico representan una fracción relevante de las emisiones del transporte terrestre. Migrar a soluciones eléctricas aparece como una alternativa directa, aunque técnicamente exigente.
Si bien Chile cuenta con un marco normativo avanzado, enfrenta desafíos específicos: electrificación de la carga pesada, disponibilidad comercial de unidades frigoríficas eléctricas, infraestructura de carga adecuada para flotas operativas y acceso a financiamiento especializado.
“El desafío no es solo tecnológico, sino también de planificación, inversión y visión de largo plazo”, agrega Gómez.
Electromovilidad como ventaja competitiva en la logística farmacéutica
El auge del nearshoring y las exigencias de los estándares ESG están redefiniendo la logística regional. En este escenario, adoptar electromovilidad en el transporte refrigerado se convierte en una ventaja competitiva, permitiendo reducir emisiones, disminuir costos operativos, cumplir con regulaciones ambientales y fortalecer la reputación corporativa, un factor clave para la industria farmacéutica.
Además de los beneficios ambientales, la electromovilidad ofrece ventajas específicas para la distribución médica: mayor control de temperatura, operación silenciosa en entornos hospitalarios y mejor trazabilidad de los productos.
Entre las principales soluciones sustentables para el transporte farmacéutico refrigerado destacan los sistemas de refrigeración eléctrica de cero emisiones, baterías de alto rendimiento, tecnologías de operación silenciosa para entregas nocturnas, sistemas de energía auxiliar eléctricos y modelos logísticos compatibles con financiamiento verde e incentivos internacionales.
Estas innovaciones apuntan a una cadena de frío más eficiente, confiable y sustentable, capaz de responder a las exigencias del comercio internacional y reducir significativamente la huella ambiental del transporte con temperatura controlada.
“La electromovilidad representa uno de los cambios más trascendentes para la logística farmacéutica en Chile. Es la base para una red de distribución más segura, eficiente y ambientalmente responsable”, concluye Gómez.








