Especialistas advierten que el déficit de crecimiento puede generar estrés infantil y afectar la autoestima, pero subrayan que el apoyo emocional y el apego seguro son los principales factores protectores para el bienestar psicológico.
El déficit de crecimiento infantil no solo tiene consecuencias físicas: también puede impactar la salud mental de los niños y aumentar los niveles de estrés. Según especialistas, la talla baja suele convertirse en un factor de presión social y emocional, especialmente en los niños, al asociarse con inseguridad, ansiedad e incluso limitaciones percibidas en su futuro desarrollo social y profesional.
En este contexto, el rol de los adultos responsables es fundamental. Padres, madres y cuidadores cumplen un papel clave para fortalecer la autoestima, la seguridad y la confianza de los menores. Para Mario Solervicens, psicólogo de Endoplus, “la calidad del vínculo es esencial. El apoyo emocional entregado por las figuras significativas es el principal factor protector en el desarrollo psicológico de niños y adolescentes, especialmente cuando no crecen de manera adecuada por razones nutricionales, hormonales o ambientales”.
Este acompañamiento —plantea el especialista— se expresa a través del apego seguro, un estilo de relación basado en la contención, el respeto, la comunicación clara y los límites amorosos. Cuando los niños se sienten validados y acompañados, enfrentan de mejor manera los desafíos asociados a su crecimiento.
Solervicens también enfatiza el poder del ejemplo en la crianza. “Los niños aprenden observando. Si pedimos que reduzcan el uso de pantallas, pero pasamos horas frente al celular, estamos enseñando lo contrario. La coherencia entre lo que decimos y hacemos es fundamental”, afirma.
Recomendaciones para padres, madres y cuidadores
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Reconocer el impacto emocional: Estar atentos a signos de ansiedad, estrés o tristeza para intervenir tempranamente.
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Estar presentes: La contención emocional y el acompañamiento constante fortalecen la seguridad interna.
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Modelar buenos hábitos: La coherencia entre el discurso y las acciones refuerza el aprendizaje.
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Fomentar el apego seguro: Validar emociones, escuchar activamente y establecer límites amorosos favorece la autoestima.
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Promover rutinas saludables: Alimentación equilibrada, actividad física y buen descanso son claves para un desarrollo integral.
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Fomentar la comunicación abierta: Ayuda a enfocarse en habilidades y logros, fortaleciendo la empatía y la comprensión.
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Consultar a profesionales: Pedir apoyo psicológico o endocrinológico si existen dudas sobre el crecimiento o bienestar emocional.
“El proceso de crecimiento, especialmente cuando presenta desafíos como la talla baja, requiere una mirada integral que combine cuidado físico y apoyo socioemocional para construir una identidad segura y resiliente. En este camino, el rol de los cuidadores es insustituible”, concluye Solervicens.
Finalmente, los especialistas recomiendan mantener los controles pediátricos y endocrinológicos al día, para evaluar el crecimiento físico y nutricional de acuerdo con la edad y el sexo del menor, y así detectar oportunamente cualquier alteración.








