La desigual distribución de equipos mantienen profundas brechas en la detección temprana del cáncer de mama en el país.
El cáncer de mama sigue siendo la principal causa de muerte por cáncer en mujeres en Chile. Según el Ministerio de Salud, el 12,5% de las chilenas podría desarrollar esta enfermedad a lo largo de su vida. Detectarlo a tiempo resulta crucial, pues marca la diferencia en la sobrevida de las pacientes.
Sin embargo, las cifras de cobertura reflejan una realidad preocupante. De acuerdo con Globocan 2022, cada año se diagnostican más de 5.000 casos de cáncer de mama en el país. Aun así, solo un 38,6% de las mujeres entre 40 y 75 años afiliadas a Fonasa se realizó una mamografía, cifra muy por debajo del estándar internacional recomendado del 70%.
La situación se agrava con los retrasos en la atención. Un informe del Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián (Ipsuss) reveló que, en el primer trimestre de 2024, las prestaciones GES relacionadas con cáncer cervicouterino, de ovario y de mama aumentaron en un 627% en comparación con 2018. Estos atrasos impactan directamente en la detección temprana y pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Brechas tecnológicas y territoriales
La mamografía es hoy el método más efectivo para diagnosticar precozmente el cáncer de mama, con una sensibilidad que varía entre 75% y 90%. Sin embargo, en mujeres con mamas densas —condición común en pacientes más jóvenes— la sensibilidad puede caer hasta un 50%.
A esto se suma la mala distribución de mamógrafos en el país. En regiones rurales y alejadas escasean los equipos y, en muchos casos, no hay radiólogos disponibles para interpretar los resultados. Como consecuencia, miles de mujeres deben viajar largas distancias, esperar meses para realizarse el examen o, en el peor de los casos, no acceder a él.
La falta de información y el temor al dolor también contribuyen a que muchas mujeres posterguen su mamografía, lo que retrasa aún más el diagnóstico.
Nuevas tecnologías como oportunidad
En Chile ya están disponibles tecnologías de última generación que superan el 90% de sensibilidad, especificidad y precisión. Estas herramientas permiten descentralizar el diagnóstico y avanzar hacia una detección más equitativa y oportuna. Su incorporación efectiva al sistema de salud podría reducir las brechas actuales y mejorar el pronóstico de miles de mujeres en el país.
