Ayuno intermitente mejora el descanso y regula el apetito, según estudio de la U. de Chile

Ayuno intermitente mejora el descanso y regula el apetito, según estudio de la U. de Chile

Investigación del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina revela que una ventana de alimentación de 10 horas mejora la organización del sueño y reduce el apetito en adultos jóvenes con mala calidad de dormir. Los resultados abren nuevas líneas de estudio sobre sueño, reloj biológico y salud metabólica.

Un ensayo clínico del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile mostró que restringir la alimentación a una ventana diaria de 10 horas puede mejorar la organización del sueño y favorecer la regulación del apetito en adultos jóvenes que duermen mal. Los hallazgos constituyen un avance para comprender cómo el ayuno intermitente influye en el descanso y la salud metabólica.

El ayuno intermitente se ha consolidado como una estrategia útil para ordenar los horarios de alimentación. Si bien ha sido estudiado principalmente como apoyo en la pérdida de peso, este nuevo trabajo evaluó si la alimentación restringida en el tiempo también puede beneficiar el sueño y el apetito en personas jóvenes y sanas.

La investigación, publicada en Clinical Nutrition bajo el título “Time-restricted eating improves appetite regulation and sleep characteristics in adults with poor sleep quality”, fue realizada por el Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. El estudio fue liderado por el Dr. Rodrigo Chamorro, en colaboración con el Dr. Patricio Peirano (INTA), estudiantes del programa y la investigadora internacional Krista A. Varady, en el marco del proyecto FONDECYT Iniciación N.º 11230075.

El estudio se desarrolló durante ocho semanas con 30 adultos jóvenes, con edad promedio de 26 años, que dormían menos de siete horas por noche o presentaban mala calidad de sueño. Todas y todos tenían un índice de masa corporal normal y no registraban alteraciones metabólicas.

Los participantes fueron asignados al azar a dos grupos: uno siguió un protocolo de alimentación restringida a una ventana de 10 horas, con 14 horas de ayuno, y el otro mantuvo sus horarios habituales. Dentro de ese marco, cada persona podía elegir el horario que mejor se adaptara a su rutina, por ejemplo entre 10:00 y 20:00 horas.

El Dr. Chamorro enfatiza que esta estructura puede ser viable para la mayoría, aunque no está exenta de efectos adversos. “Cualquier persona puede no tolerarlo, lo que significa que podrían presentarse síntomas como dolor de cabeza, náuseas, mareos o molestias digestivas”, explica.

Resultados: mayor saciedad y un sueño más reparador

Para medir los efectos, el equipo evaluó parámetros de sueño y sensaciones de hambre, saciedad y antojos. A través de escalas visuales, las personas autoevaluaban cuánto apetito tenían y sus deseos de consumir alimentos dulces o salados.

En el grupo que realizó ayuno intermitente de 10 horas se observó:

  • Una disminución del apetito global.

  • Un aumento de la sensación de saciedad tras las comidas.

  • Una menor percepción de seguir comiendo y reducción de antojos por alimentos muy apetecibles.

Respecto del sueño, los investigadores combinaron cuestionarios y registros de actigrafía, técnica que estima el inicio, duración y fragmentación del dormir. La duración total del sueño no cambió de forma significativa, pero sí mejoró la organización horaria y se observó una tendencia hacia un sueño más reparador.

Próximos pasos: ampliar la investigación a nuevos grupos

Al ser un estudio piloto, breve y con una muestra pequeña, las y los investigadores subrayan que los resultados no deben generalizarse a toda la población. Sin embargo, representan un punto de partida para nuevas investigaciones.

El equipo ya trabaja en ampliar la intervención a otros grupos. “Lo estamos estudiando en personas con alteraciones del reloj biológico, como quienes trabajan en turnos nocturnos, y también en el contexto de obesidad. Creemos que este tipo de ayuno puede ser beneficioso para ambas condiciones”, señala el Dr. Chamorro.

El académico destaca la relevancia de seguir avanzando en esta línea. “Muchos estudios han abordado los cambios metabólicos, pero menos han estudiado los efectos sobre el reloj biológico. De aquí en adelante, debemos evaluar si esta intervención se sostiene en el largo plazo”.

Isabel Chandía

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