Hospitalizaciones por accidente cerebrovascular crecieron 32% en 2025 y hasta un 15% de los casos afecta hoy a menores de 45 años, impulsados por sedentarismo, estrés y malos hábitos de vida.
El accidente cerebrovascular (ACV) dejó de ser un problema exclusivo de los adultos mayores. En Chile, los ingresos hospitalarios por esta causa aumentaron 32% durante el primer semestre de 2025, y entre el 10% y 15% de los casos actuales corresponden a personas menores de 45 años, según datos de Interclínica y estudios internacionales.
Este fenómeno, advierten especialistas, refleja un cambio profundo en los estilos de vida de las nuevas generaciones. La Dra. Ruth Izquierdo, directora del Máster Universitario en Fisioterapia Neurológica de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), señala que factores como el sedentarismo, las dietas ricas en ultraprocesados, el estrés crónico, el consumo de alcohol y tabaco, e incluso el uso de drogas recreativas, están adelantando la aparición de esta enfermedad.
“El ACV ya no respeta edades. Los malos hábitos están elevando el riesgo en personas cada vez más jóvenes”, explica la especialista, quien advierte que el impacto temprano de esta patología puede traducirse en secuelas severas y en una pérdida significativa de calidad de vida.
Detección temprana: la clave para salvar vidas
A la falta de hábitos saludables se suma un problema igual de grave: el desconocimiento de los síntomas. La Dra. Izquierdo recuerda la regla FAST, una guía simple que permite identificar un ACV a tiempo:
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Face (cara caída)
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Arm (brazo débil)
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Speech (habla alterada)
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Time (tiempo de actuar): llamar de inmediato a emergencias
Reconocer estas señales y pedir ayuda de forma rápida puede marcar la diferencia entre una recuperación favorable y una discapacidad permanente. En Chile, los tiempos de reacción siguen siendo un desafío, especialmente entre personas jóvenes que no suelen asociar estos síntomas a un ACV.
Prevención: pequeños cambios que generan un gran impacto
La buena noticia es que la mayoría de los factores de riesgo son modificables. La experta de VIU destaca que adoptar hábitos saludables desde edades tempranas es fundamental para reducir la incidencia de este tipo de eventos neurológicos.
Las principales recomendaciones incluyen:
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Realizar ejercicio moderado al menos 150 minutos semanales
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Mantener una alimentación equilibrada
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Dormir entre 7 y 9 horas por día
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Evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco
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Controlar regularmente la presión arterial, glucosa y colesterol
“Pequeños cambios sostenidos en el tiempo pueden marcar la diferencia entre una vida activa y una emergencia neurológica”, concluye la Dra. Izquierdo.
Con el aumento sostenido de casos en personas jóvenes, los especialistas coinciden en que es urgente reforzar las campañas educativas y las estrategias de prevención. El desafío, subrayan, es instalar la idea de que el ACV no tiene edad, y que cuidarse hoy puede evitar un evento grave mañana.








