El inusitado tornado que afectó a Puerto Varas nos recuerda, de la manera más cruda, la creciente frecuencia de eventos climáticos extremos en nuestro país.
Las imágenes de techos arrancados, árboles caídos, cortes de luz y estructuras dañadas son un golpe a la tranquilidad de las familias y un desafío inmenso para la continuidad de los negocios. Ante eventos como este, el rol de los seguros generales emerge como un pilar fundamental para la reconstrucción y la resiliencia.
No hablamos solo de un contratiempo; hablamos de daños importantes que, sin el respaldo adecuado, pueden representar una tragedia para hogares y empresas. Aquí es donde las aseguradoras demuestran su valor estratégico para absorber costos de reparación o reemplazo de bienes afectados.
Más allá de la compensación económica, la verdadera importancia radica en la capacidad de recuperación. Una vivienda asegurada puede ser reparada rápidamente, permitiendo a sus ocupantes retomar su vida con menor interrupción. Un negocio con seguro de interrupción de actividades puede mitigar las pérdidas por el cierre temporal, asegurando que los salarios se sigan pagando y que, una vez superada la emergencia, pueda reabrir sus puertas.
Este evento en Puerto Varas es un llamado de atención.
En un Chile cada vez más expuesto a la variabilidad climática, contar con una póliza de seguros generales robusta no es solo una previsión, es una inversión en tranquilidad y futuro. Es hora de que, como sociedad, comprendamos que proteger nuestros activos es tan crucial como construirlos, y que el sector asegurador es un aliado indispensable en la inevitable tarea de adaptarnos a un clima en permanente cambio.
Benjamín Lea-Plaza.
Gerente General de FID Seguros.
Director de InsurteChile.