Un experto recomienda: 5 acciones concretas para proteger a los niños en un mundo invadido por la tecnología.
Mientras los niños juegan, aprenden y se maravillan frente a una pantalla, miles de amenazas invisibles se cuelan sin pedir permiso.
En esta era hiperconectada, donde lo digital forma parte de la infancia desde los primeros años, surge una pregunta que no podemos seguir postergando: ¿quién cuida a los más vulnerables?
Hoy, más del 67% de los niños entre 5 y 12 años ya tiene acceso a al menos un dispositivo tecnológico.
Esta realidad abre puertas al conocimiento, pero también expone a los menores a riesgos que muchas veces superan su capacidad de comprensión: ciberacoso, grooming, contenido inapropiado, adicción digital.
Según el informe global Connected Kids (2025), un 13% de los padres reconoce que sus hijos han sido víctimas de acoso en línea. Detrás de ese número hay millones de historias que no siempre se ven, pero que duelen y afectan profundamente.
La ciberseguridad infantil no puede quedarse en la teoría ni en el susto. Requiere acción concreta, herramientas accesibles y adultos comprometidos.
Hoy contamos con múltiples recursos que pueden marcar una diferencia real:
- Controles parentales en dispositivos, navegadores y plataformas de streaming, que permiten filtrar contenido, limitar horarios y bloquear aplicaciones.
- Configuraciones de privacidad en redes sociales, para decidir quién puede ver, escribir o interactuar con nuestros hijos.
- Aplicaciones de supervisión como Qustodio, Norton Family o Google Family Link, que permiten monitorear el tiempo de pantalla, ubicación y comportamiento digital.
- Gestión de contactos y plataformas, evitando que los menores interactúen con desconocidos en juegos o redes sociales.
- Actualizaciones automáticas y antivirus confiables, que protegen los dispositivos frente a amenazas invisibles.
Además de estas herramientas, hay prácticas cotidianas que pueden marcar una diferencia profunda.
Crear cuentas separadas con permisos limitados, establecer zonas libres de tecnología en casa, revisar el historial de navegación junto a los niños y simular escenarios de riesgo son formas de enseñar sin imponer, de acompañar sin invadir.
A esto se suma el uso de contraseñas robustas, la autenticación en dos pasos y la revisión periódica de configuraciones de seguridad.
No se trata de ser expertos en tecnología, sino de estar presentes.
Estas acciones no requieren conocimientos técnicos avanzados, pero sí compromiso, constancia y una dosis de empatía.
Porque proteger a los niños en el mundo digital no es solo instalar un software: es construir un entorno donde la tecnología sea una aliada, no una amenaza.
Es conversar, escuchar, poner límites con cariño y enseñar a navegar con criterio.
Es entender que la ciberseguridad infantil comienza en casa, con cada gesto, cada decisión y cada conversación que fortalece su confianza y autonomía.
Edgardo Fuentes Cáceres
Director de Ingeniería en Ciberseguridad








