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Imagina un mundo donde pudieras crear una empresa en tres horas o tener control absoluto sobre tus datos personales. ¿Suena demasiado bueno para ser verdad? Bueno, Estonia ha logrado exactamente eso con su modelo de gobernanza digital. Estonia combina la tecnología con políticas inteligentes para ofrecer a sus ciudadanos servicios en línea sin problemas. Pero aquí hay una idea: ¿y si el próximo gigante digital de América Latina no es Brasil o Argentina sino Chile?
Recientes hallazgos sugieren que Chile está listo para vivir un renacimiento digital. Según la reveladora encuesta “Percepciones de los chilenos sobre la digitalización” encargada por Somos Innovación, un abrumador 92 por ciento de los chilenos aboga por servicios gubernamentales digitalizados, mientras que el 76 por ciento se opone a cualquier obstáculo al avance tecnológico. ¿Intrigante, verdad? ¿Cómo podría este entusiasmo impulsar el viaje de Chile hacia la supremacía digital?
En el corazón de la destreza digital de Estonia no hay meras hazañas tecnológicas, sino una cultura de confianza y visión de futuro. Como señala Marten Kaevats, “el éxito en servicios digitales no se trata fundamentalmente de tecnología.” En su lugar, se trata de “mentalidad y construir una cultura de confianza”. Los logros de Estonia, desde la rapidez en la creación de empresas hasta su única e-Residencia, ejemplifican el poder de este enfoque.
Trazando un paralelismo, si Chile aprovecha el ardiente deseo digital de su población, la recompensa podría ser doble: revitalización económica y mayor agencia ciudadana. Piénsalo: si Estonia puede liberar una parte de su PIB a través de medios digitales, ¿por qué Chile no podría aprovechar beneficios económicos similares? Además, haciendo eco del modelo de Estonia de “verdad por diseño” (truth by design), la inclinación de Chile por la autonomía de datos individuales podría ser un cambio revolucionario.
Una visión de ‘gobierno como servicio’ espera a Chile, insinuando un futuro centrado en el ciudadano. Las perspectivas parecen tentadoras con una población también ansiosa por sumergirse en innovaciones como la inteligencia artificial. Sin embargo, ¿hay obstáculos en este camino digital?
En efecto, hay algunos desafíos por delante. La clase política podría ser un arma de doble filo. Mientras que sólo el 16 por ciento de los chilenos percibe una aversión social a la innovación, un considerable 37 por ciento siente que falta el respaldo político. ¿No es hora de que los líderes atiendan este llamado digital? Y no olvidemos: construir una infraestructura digital sólida y garantizar la ciberseguridad será fundamental. Un futuro digital, después de todo, debe ser inclusivo y seguro.
Con un contundente respaldo público, Chile se encuentra al borde de una revolución digital. Al abrazar este impulso, podría florecer como la respuesta de América Latina a Estonia. El posible ascenso de Chile también podría ser un faro para sus vecinos a medida que nuestro mundo se inclina hacia lo digital.
¿El desafío final? Que los líderes chilenos superen los roles burocráticos tradicionales y se conviertan en campeones de este amanecer digital. Con el reloj digital avanzando, uno podría preguntarse: ¿si no es ahora, cuándo? Impulsado por un entusiasta respaldo público hacia la digitalización, Chile tiene una oportunidad dorada para surgir como líder en gobernanza digital en América Latina, reflejando potencialmente el éxito de Estonia.
Federico N. Fernández
Director ejecutivo de Somos Innovación
