Pese a tener suma urgencia, aún sigue en el Senado –desde marzo- el proyecto de ley “Yo cuido y Yo estudio” que busca proteger los derechos de los estudiantes cuidadores de la Educación Superior, una iniciativa necesaria para apoyar a aquellos jóvenes que tienen o esperan un hijo o hija mientras realizan sus estudios universitarios.
El texto legal entrega certezas a los estudiantes que están viviendo esta situación, generando mecanismos para evitar la discriminación, otorgando permisos especiales para postergar o eximirse de actividades académicas que puedan afectar el embarazo, o contar con el derecho a brindar alimentación al niño o niña en salas de lactancia implementadas por las universidades, entre otros beneficios.
Así, esta ley propiciará que las universidades podamos seguir avanzando en atender la realidad social de nuestros estudiantes y sus familias, promoviendo el bienestar integral de cada uno de ellos. Ya que, sin duda, y en especial para aquellos jóvenes que son madres o padres, el desempeño académico está directamente relacionado con lo que ocurre con sus hijos.
Si bien algunas casas de estudios -como la Universidad de La Frontera- hemos puesto en marcha iniciativas específicas, como ajustes en la carga académica, programas de apoyo y acompañamiento integral a las y los estudiantes o convenios para entregar servicios de sala cuna gratuitos, aún queda mucho por hacer.
Y es ahí donde se necesita un proyecto de ley que se haga cargo, no solo de garantizar el beneficio de la gratuidad para jóvenes que decidan suspender o postergar sus estudios a causa de un pre y post natal, un aspecto necesario dada la importancia que tiene tanto para los padres como para los hijos generar lazos en los primeros meses de vida. También, resulta crucial incorporar en la ley alternativas para conservar beneficios estudiantiles, como becas de mantención u otras como, Presidente de la República, Beca Indígena o Beca de alimentación BAES, entre otras.
Mantener dichos beneficios sería muy positivo para el periodo de pre y post natal –época vital para la madre e hijo-, dado que evitaría generar una presión económica adicional para los estudiantes. De esta forma, se pone énfasis en que los jóvenes no perderán ninguno de los aportes del Estado hasta que logren egresar de la educación superior, independiente si deben retrasar sus estudios por un embarazo.
En esa línea, necesitamos, además, el compromiso de todos los sectores para generar un cambio cultural, promoviendo un acompañamiento continuo, otorgando espacios seguros y buscando erradicar prácticas que propicien que los estudiantes sientan que ser madres o padres les implica un menoscabo en su desarrollo.
Como rector de una universidad pública, de regiones y que cada año tiene más de 50 estudiantes que declaran tener un hijo o hija, hago un llamado al Senado -en medio de tanta contingencia- a darse el espacio para sacar adelante esta ley tan sentida y necesitada por la ciudadanía, en especial los jóvenes, y que ya no puede esperar más.
Eduardo Hebel
Rector de Universidad de La Frontera (UFRO)