El elevado costo de los tickets para el show de AC/DC, con insólitos cargos por servicio y recintos que no cumplen los estándares de calidad exigidos por el público, evidencian la ausencia de regulación que norma el accionar de las productoras en nuestro país.
Malestar y encendidas reacciones, ha despertado la publicación de los valores para el show de la agrupación británico-australiana, a desarrollarse el próximo 11 de marzo en el Parque Estadio Nacional. Un histórico evento que configura el retorno de una leyenda del rock, luego de 30 años sin presentarse en suelos nacionales.
La información que, inicialmente, desató la algarabía de sus fans, se fue tiñendo de impotencia y decepción tras liberarse el detalle de las entradas. ¿Y cuáles son los precios? La productora DG Medios, a través del sistema Ticketmaster, reveló los valores y ubicaciones: $262.125 (PIT); $207.370 (cancha frontal Entel); $99.608 (cancha general Santander); $99.608 (movilidad reducida). Un boleto que incluye un cargo por servicio que va desde $14.000 hasta los $37.000.
Un dolor para el bolsillo, que se vio agravado por la elección del Parque Estadio Nacional, terminando por caldear los ánimos e instalar el debate, sobre los abusivos cobros en el valor de las entradas. De igual modo, el burlesco cargo por servicio que, para el consumidor, solo se traduce en el envío de un correo electrónico con el ticket para el evento.
En esta oportunidad y, a diferencia de lo acontecido con Green Day o Guns N’ Roses, se desechó la posibilidad de asientos. Una estrategia que no beneficia a las personas mayores, entendiendo que la fanaticada de AC/DC, mayoritariamente no obedece a un segmento juvenil. Otro punto que desató una ola de críticas, ante la calidad de la experiencia brindada por la productora en beneficio de sus clientes.
Incomodidad que se anexa a un escenario donde predomina la tierra, utilización de baños químicos y largos tiempos de espera que se suman a una paupérrima visibilidad. Un antecedente que ha sido motivo de sistemáticas críticas en cada recital organizado en dicho lugar.
¿Quién regula la organización y precio de los espectáculos? Mientras el valor de las entradas y cargos por servicio aumentan sin control, la experiencia ofrecida a los asistentes se mantiene en un lugar de segundo orden.
Hoy, la industria del entretenimiento en Chile, se convirtió en un lucrativo modelo de negocio donde crece la recaudación, pero la inversión en comodidad opera al filo del respeto por el público.
La nueva lógica: el público igual paga
Esta situación ha sido normalizada por años. Y no es casualidad, porque los organizadores entendieron algo con claridad: el público paga, incluso cuando sabe que la situación resulta arbitraria. El fanatismo e interés de disfrutar de artistas internacionales que, tal como el caso enunciado, obedece a la “última oportunidad” de ver a sus ídolos, le juega abiertamente a su favor.
En un contexto de gran demanda y acceso crediticio de los consumidores, la industria opera adoptando los valores del libre mercado e interpretando su funcionalidad a su total antojo. Una cualidad que engloba una estrategia de acción, donde la posibilidad de buscar alternativas en beneficio del público, como el traslado de espectáculos a recintos con mayores comodidades, se levanta como una urgente y justa necesidad.
¿Cuál es la inversión de los organizadores? Prácticamente nula. No hay mejoras sostenidas en infraestructura, tampoco en la construcción, desarrollo ni modernización de recintos acordes a un espectáculo de categoría mundial. Tal vez, en el fondo, no es necesario: el público ya fue educado para agradecer lo poco.
Por cierto: no se trata de prohibir, ni de satanizar la producción de espectáculos. Se busca exigir mayor consideración. Más aún, cuando sin público no hay show. Quizás, llegó el minuto de reflexionar y hacer un alto en la función.
