En el Mes del Corazón, el nefrólogo Eduardo Lorca, miembro de la Alianza Diálisis es Vida y presidente la Fundación Pro Salud Renal, abordó los riesgos que padecen las personas con enfermedad renal crónica frente a las patologías cardiovasculares. “Entre la enfermedad cardiovascular y la enfermedad renal crónica se da una asociación negativa muy potente para el paciente, porque cursan y evolucionan con los mismos factores de riesgo”, señaló.
En el marco del Mes del Corazón, que tiene como objetivo promover en la ciudadanía diferentes estilos de vida saludables e informar sobre los factores de riesgo que pueden generar enfermedades cardiovasculares, la Alianza Diálisis es Vida abordó los riesgos que corre el paciente renal frente a este tipo de patologías.
El expresidente de la Sociedad Chilena de Nefrología y presidente de la Fundación Pro Salud Renal, Eduardo Lorca, explica que entre “la enfermedad cardiovascular y la enfermedad renal crónica se da una asociación negativa muy potente para el paciente, dado que cursan y evolucionan con los mismos factores de riesgo. Vale decir, son enfermedades hermanas, tanto en su génesis como en la evolución de su desarrollo”.
Según indica el nefrólogo, en Chile entre un 30% a 35% de la población general tiene riesgo cardiovascular, cifra que se incrementa en los pacientes que padecen enfermedad renal crónica. “Entre un 60% a un 70% de los pacientes que tienen esta patología, tienen mayor riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular”, señala, fenómeno que se manifiesta con mayor presencia en personas diabéticas, obesas, y fumadoras.
Junto con lo anterior, sostiene que quienes tienen menor función renal, están sujetas a generar ciertas enfermedades como “la arritmia, muerte súbita, e insuficiencia cardíaca. El crecimiento del corazón es muy importante también en los enfermos renales y eso le da una mayor amplitud a la enfermedad cardiovascular”.
“No es solamente la enfermedad coronaria, el infarto o el accidente trombótico cerebral. Sino que aumentan otras manifestaciones de enfermedad cardiovascular, por ejemplo, las válvulas y arterias de nuestro cuerpo que se calcifican más rápido y como decía, la tendencia a la arritmia y a la insuficiencia cardíaca”, asegura.
En relación con la cifra de decesos producto de este tipo de afecciones, el nefrólogo plantea que “alrededor de un 40% a un 45% de los enfermos renales en diálisis, fallecen o se complican por eventos cardiovasculares”. Producto de ello “los enfermos renales por eventos cardiovasculares tienen más muerte prematura”.
En ese sentido, puntualiza que “hay una pérdida alrededor de 12 años de muerte prematura antes de que debiera ocurrir, y eso se da como consecuencia de la conjunción de la enfermedad renal más la enfermedad cardiovascular”.
Detección, tratamiento y desafíos
Respecto a la prevención de la enfermedad cardiovascular y el rol del equipo médico, Eduardo Lorca señala que “ya sea en pre diálisis, en diálisis o en trasplante, deben tener un alto grado de sospecha y estar buscando, no esperando a que se manifieste el evento cardiovascular. Es necesario tener una actitud proactiva”.
De igual forma, afirma que en pacientes con enfermedad renal es necesario estar controlando constantemente la anemia, la enfermedad ósea metabólica, y los factores de riesgo cardiovascular, poniendo especial atención en los grupos de riesgo. Lo anterior, a partir de exámenes, electrocardiograma, ecocardiograma, test de esfuerzo o parámetros biomarcadores que hay en la sangre.
Los tratamientos igualmente poseen ciertas complicaciones. Según manifiesta Lorca, “el aparato cardiovascular no se adapta de una manera satisfactoria a la diálisis, ya sea peritoneo diálisis o hemodiálisis, principalmente a esta última, ya que tiene un menor grado de tolerancia en comparación a la peritoneodiálisis. Asimismo, se están haciendo avances en terapia inmunosupresora, para que sean mejor toleradas por nuestros pacientes trasplantados”.
Pese a lo anterior, destaca positivamente la terapia con hemodiafiltración en línea con alto volumen, debido a que “recientemente se ha demostrado que tiene una mayor sobrevida, y por lo tanto nosotros quedamos que esta terapia se incorpore a nuestro país en cierto grupo de pacientes. Tal como en niños, adolescentes, personas con enfermedad cardiovascular, con inestabilidad de la presión arterial en diálisis, con enfermedad ósea o anemia”.
“Hay un grupo amplio de pacientes que debieran verse beneficiados con este tipo de terapia, porque no solamente dializa, sino que además, evita y retrasa ciertas complicaciones, lo que les da una mayor calidad de vida”, complementa.
Finalmente, en cuanto a los desafíos que hay en esta materia, enfatiza que es necesario empujar y avanzar en temas como la equidad de la prestación, desarrollo de nuevas iniciativas como la diálisis ecológica, como también mejoras en la morbimortalidad de los pacientes.
“Hay varios aspectos que debieran ser tomados por la política pública y nosotros creemos que la mesa renal que se está llevando a cabo, debiera estar abierta a todos los actores para poder impulsar mejoras significativas en la terapia dialítica, que no solamente significa mejor sobrevida para nuestros pacientes, sino sobre todo mejor calidad de vida”, concluye.