El verano chileno trae consigo el ritual del asado. Entre reuniones familiares, viajes y tardes al aire libre, encender la parrilla sigue siendo una costumbre que reúne a distintas generaciones.
Hoy, ese encuentro también refleja nuevas formas de consumo, el país mantiene un promedio de 82,7 kilos de carne por persona al año, pero con un giro evidente hacia alternativas más accesibles y versátiles.
El cambio no es menor. Cada vez más hogares están incorporando cerdo y pollo como protagonistas del asado, desplazando en parte al vacuno, históricamente el más valorado. Esta transición responde tanto al precio como a la variedad de preparaciones que ofrecen estos cortes.
La búsqueda de carne en oferta se ha vuelto parte del hábito, y las familias planifican sus compras según los períodos de descuentos que ofrecen los supermercados y carnicerías durante la temporada.
Cerdo y pollo, las proteínas que ganan terreno
La carne de cerdo registró un crecimiento del 9% en 2025, impulsada por su bajo costo y por cortes visualmente atractivos para la parrilla, como el chuletón o el solomillo, que pueden encontrarse con rebajas de hasta un 55%. Su textura jugosa y su cocción rápida lo han convertido en la estrella de las parrillas urbanas, donde cada vez se busca más practicidad sin perder sabor.
El pollo, por su parte, mantiene su liderazgo como opción económica y abundante. El trutro entero, disponible por debajo de los $2.600 por kilo, es un recurso habitual para complementar el menú sin elevar demasiado el gasto. En muchos hogares, el pollo se usa como base para asados mixtos, una costumbre que equilibra el presupuesto familiar y amplía la variedad del plato central.
En la zona norte, donde las temperaturas son más altas y el consumo de vacuno desciende, el pollo y el cerdo concentran la preferencia. En cambio, en el sur, donde el clima favorece las parrillas de larga duración, el vacuno sigue siendo el protagonista indiscutido, acompañado de embutidos artesanales o cordero local. Esta diversidad regional da cuenta de cómo el asado se adapta a cada geografía sin perder su carácter comunitario.
El vacuno y la defensa de la tradición
Aunque enfrenta un escenario de precios más altos, las importaciones subieron un 15,3% en 2025, el vacuno continúa siendo el emblema del asado chileno. Cortes como el lomo vetado, el asado carnicero o la punta picana mantienen su atractivo, especialmente cuando aparecen en descuentos de temporada. El consumidor chileno se ha vuelto más táctico, compara, espera y compra en momentos de baja para sostener la tradición sin afectar el presupuesto.
Los datos del SERNAC muestran diferencias de hasta un 106% entre el valor más bajo y el más alto de un mismo corte, lo que demuestra que la comparación de precios es hoy la herramienta más eficaz para acceder a la carne en oferta sin sacrificar sabor ni costumbre. Este cambio de comportamiento se refleja también en la popularidad de los cortes alternativos, el abastero, el tapabarriga y el asado carnicero están viviendo un renacimiento gracias a su buena respuesta en cocción lenta y su bajo costo por kilo.
Un ritual que evoluciona sin perder su esencia
La escena actual del asado chileno refleja un equilibrio entre costumbre y adaptación. Las preferencias ya no giran solo en torno al tipo de carne, sino al modo de aprovecharla. La parrilla se ha transformado en un espacio donde conviven la austeridad y la creatividad, donde un corte de bajo precio puede compartir protagonismo con uno premium, y donde el fuego actúa como gran igualador.
Los trozos de carne en oferta ya no es vista solo como una alternativa para ahorrar, sino como una oportunidad para explorar nuevos sabores y técnicas. Detrás de cada elección hay una lógica práctica, pero también una intención cultural, mantener vivo un rito que trasciende el precio y que sigue siendo sinónimo de encuentro.
A fin de cuenta, el asado no se mide solo en kilos ni en pesos. Es una expresión de identidad, una excusa para reunir, conversar y compartir. En tiempos de cambios económicos y hábitos más conscientes, los chilenos han demostrado que su manera de disfrutar la parrilla también puede transformarse sin perder el espíritu que la define, la unión alrededor del fuego.
