Ante la masificación de la construcción en altura, cada vez se ha vuelto más difícil poder habilitar áreas verdes en nuestros hogares. Esta tarea, sin embargo, no es imposible, de acuerdo a distintas académicas y académicos de la Universidad de Chiles, quienes afirman que incluso es posible desarrollar la agricultura en altura.
En las últimas décadas, la mayoría de las ciudades chilenas evidencian un mayor protagonismo de la edificación en altura. El censo más reciente contabilizaba en más de un millón los departamentos en el país, representando un 17,5% de los hogares. Estas cifras, que van en aumento, plantean una serie de transformaciones en el hogar chileno contemporáneo, incluidos los jardines que han ido reduciendo su tamaño paulatinamente.
Danilo Aros, académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile y experto en floricultura, destaca cómo los espacios de vivienda resultan muy pequeños para tener jardines, volviendo un desafío su instalación. “Hoy en día, uno tiene entre 10 a 15 metros cuadrados –a veces incluso menos– en donde uno tiene que hacer un diseño de algún jardín. Es mucho más desafiante en términos de que sea bonito, que es lo que finalmente nosotros estamos buscando” explica el académico.
Sin embargo, estas limitaciones de espacio no son un impedimento para el desarrollo de jardines en altura. Así lo señala la académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile, Jeannette Roldán, quien indica que la necesidad de mantener entornos naturales responde a un vínculo ancestral con la naturaleza. “Hay una línea muy interesante de la arquitectura llamada biofilia, que aborda cómo la naturaleza nos estabiliza. Por ejemplo, está absolutamente investigado que los entornos naturales promueven la recuperación de enfermos de sala de posoperatorio mucho más rápido”, comenta la coordinadora del Diplomado en Áreas Verdes de la U. de Chile.
Existen muchos beneficios contenidos en los jardines en altura, indica Roldán. Uno de ellos es el aporte que realizan a la descarbonización del entorno, algo en lo que coincide el profesor Aros, quien destaca igualmente el beneficio psicológico que otorgan las plantas en todos los lugares, incluidos los espacios de trabajo. Estos, indica, “generan un tremendo beneficio desde el bienestar emocional, desde la salud mental y también aumentan la productividad laboral“. Hay estudios que incluso han confirmado que actúan “como un buffer cuando tenemos mucha contaminación acústica”, asegura el académico.
Privilegiar plantas nativas y suculentas
A la hora de decidir cómo hacer nuestros jardines hay una serie de consideraciones a tener en cuenta. Jeanette Roldán explica que la orientación es lo que finalmente determinará el éxito de la incorporación de la vegetación. En este caso, se pueden ubicar en espacios intermedios entre la casa y el balcón, cuidando que no reciba fuertes corrientes de viento. “Otros van a preferir dejarlo abierto, quizá con profusa vegetación. Todo eso está relacionado con las características solares de iluminación natural, de ventilación y humedad”. Sin embargo, advierte que, “en la medida que exista mayor altura, la humedad va disminuyendo” y, por lo tanto, su mantención será más difícil.
Sobre el tipo de plantas elegidas, Danilo Aros sugiere comenzar con las plantas suculentas que, al comportarse bastante bien y crecer con una capa muy pequeña de sustrato, permiten ser ubicadas en pequeñas macetas sin problemas. El profesor Aros llama, no obstante, a moderar la cantidad de agua suministrada, puesto que se les suele regar en exceso, ahogándolas. “Este tipo de plantas requieren poca agua, con una o dos veces a la semana andan bien”, recomienda Aros.
En esta búsqueda de especies para nuestros jardines tampoco hay que mirar muy lejos. En el Valle Central de la Región Metropolitana hay una gran variedad de especies de plantas que están perfectamente adaptadas para las condiciones climáticas de esta zona, que requieren menos cuidado que, por ejemplo, una planta introducida del Amazonas, que tiene necesidades más complejas, agrega el profesor Aros.
En esa línea, algunas de las plantas que se recomiendan son la Alstroemeria o lirio de campo, Leucocoryne y Chloraea u orquídea chilena, entre muchas otras. “Si uno busca en internet, hay algunos jardines y viveros que ya están vendiendo plantas nativas. Insisto, esas plantas están adaptadas a esta zona, por lo tanto, son mucho más sencillas de cultivar y, además, son muy bonitas”, señala el académico.
Avances en la agricultura vertical
Uno de los grandes desafíos que existen es el crecimiento notorio de la población. Según estimaciones hechas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2022, el planeta llegó a la cifra de 8 mil millones de habitantes, lo que equivale a todo el crecimiento que tuvo la humanidad desde sus inicios hasta el año 1970. Así lo advierte Víctor Escalona, director del Centro de Estudios Postcosecha (CEPOC) de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile, quien analiza el impacto de la presencia humana en relación al uso de terrenos fértiles para cultivo. “Hay que pensar cómo, con menos recursos naturales, suelos, agua, nutrientes y uso de agroquímicos, producimos más alimentos. Por supuesto, también teniendo una conciencia de no impactar más de lo que ya hemos impactado la naturaleza”, indica.
Es así como en el último tiempo, desde el CEPOC, se han desarrollado sistemas de producción vertical, también conocidos como de “agricultura vertical”. Proceso de cultivo que, mediante sistemas de producción hidropónicos, con suplementación lumínica, y un sistema de control de condiciones como temperatura y humedad relativa, que generan un ambiente artificial, con la mínima cantidad de recursos, han logrado generar cultivos exitosos de distinto tipo. “Esto tenemos que aprovecharlo (…) Aproximadamente, un tercio y la mitad de los alimentos que se cosechan en el campo se pierden. Esto es una cosa que no nos podemos permitir, porque los recursos son cada vez más escasos”, afirma el profesor Escalona.
De esta forma, la agricultura vertical se vuelve una gran alternativa en urbes que ya no dan abasto para los cultivos tradicionales. Esta práctica, si bien requiere de algunos conocimientos técnicos, cualquiera podría implementarla en sus hogares. Así lo asegura Cristian Hernández, ingeniero agrónomo de profesión y estudiante del doctorado en Nutrición y Alimentos de la Universidad de Chile. “Una persona normal en su casa puede tener y, quizás, destinar una pieza adecuada. No se necesita tener un gran espacio si su objetivo es alimentar solamente a la familia”, explica Hernández.
Si deseas saber más sobre cómo cultivar o generar bellos y pequeños jardines, te invitamos a revisar el capítulo 122 de Universidad de Chile Podcast. Ya disponible en Spotify, Tantaku, Youtube y Apple Podcast.