La llegada de la temporada estival implica adoptar nuevas rutinas si queremos mantener nuestra piel sana. Hidratarla y bioestimularla, entre otros hábitos, son claves para su bienestar.
Los anhelados rayos del sol del verano nos invitan a pasar más tiempo al aire libre. El calor inaugura las piscinas y nuestras primeras visitas a la playa, obligándonos a revisar nuestras rutinas de belleza, especialmente aquellas destinadas al cuidado de nuestra piel. Mayor exposición a rayos ultravioleta, el agua de mar y el cloro de piscinas, entre otros, son parte de los elementos que, en este periodo, pueden provocarnos quemaduras solares, resequedad de la piel, hiperpigmentación, brotes de acné y otras complicaciones. Por ello, prepararla y cuidarla para el verano que se avecina es fundamental.
“Nuestra biología está totalmente relacionada con nuestro ritmo circadiano, el día y la noche, y también lo está con las temperaturas o las estaciones del año. Dependiendo de la época, la piel tiene diferentes requerimientos, por lo que debemos saber cuáles son los indispensables para el verano”, señala Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.
La facultativa recalca que, al ser el periodo donde más nos vemos expuestos a los rayos UBV y UVA, las estructuras y funcionamiento de nuestra piel cambia, haciéndola perder hidratación y otras fibras elásticas como el colágeno, por lo que la rutina de belleza, los productos y hasta la alimentación deben adecuarse.
Como siempre, la limpieza y exfoliación del rostro son fundamentales. La limpieza debe hacerse por la mañana y la noche, con un producto efectivo que elimine todo tipo de residuos, incluyendo las cremas y protector solar que se utilizan durante el día.
“También es importante la exfoliación para eliminar células muertas y evitar brotes de acné, aunque no se debe abusar en esta época. Esto ayudará a conseguir un aspecto más brillante y mejorar la eficacia de los productos tópicos, mejorando la absorción. Tampoco podemos olvidar exfoliar nuestro cuerpo, que se ve mucho más expuesto que en invierno”, indica Galarce.
Por otro lado, la hidratación debe aumentar en verano, aunque con cremas ligeras para que la piel respire. En este sentido, incluir serums con antioxidantes “disminuirán el daño producido por el estrés oxidativo y ayudarán a neutralizar los radicales libres. Los más efectivos son aquellos que incluyen vitamina C, ácido hialurónico, resveratrol, ácido ferúlico, la idebenona, la niacinamida y las isoflavonas que, además, brindan una protección óptima para la piel con el protector solar.
Además, la facultativa hace hincapié en el uso de un protector solar idealmente con factor 50 (mínimo factor 30), mayor al que podríamos utilizar durante los meses de invierno. Esta acción reduciría considerablemente la aparición de cáncer de piel, beneficiando también a la piel de las arrugas y el fotoenvejecimiento prematuro.
“Sobre todo en verano, debe aplicarse cada dos horas, eligiendo un producto con filtros fotoestables (que se mantengan en el tiempo y no se degraden) y que, de todas maneras, tenga filtro UVA y UVB. No obstante, la aplicación también dependerá del tipo de actividad que se realice, requiriendo una aplicación más frecuente si se realizan deportes o se sumergen al agua de playas o piscinas. En este último caso, son preferibles aquellos protectores resistentes al agua”.
Y aunque su uso se solía promover sólo en caso de quemaduras solares, es importante incorporar un aftersun luego de la exposición prolongada al sol. Una de las características principales de estos productos es que contiene otras propiedades que ayudan a prevenir el daño oxidativo de la piel. Por esto, hoy es mejor su uso continuo, por las propiedades hidratantes que colaboran con la reparación de la piel.
Cuidado desde el interior
Por último, no olvidemos que somos lo que comemos y, en el caso de la piel, este dicho da en el clavo. “Acá debemos mencionar lo fundamental que resulta una alimentación equilibraba y la nutricosmética. Básicamente, son los productos que actúan desde el interior del organismo y cuyos resultados se reflejan en el exterior, pudiendo ser vitaminas, oligoelementos o extractos de plantas. Éstos, en combinación con tratamientos dermocosméticos complementarios, son fundamentales para tener una piel sana y que luzca radiante”, enfatiza la profesional.
Por ejemplo, el consumo de frutas y verduras que contengan vitamina C, vitamina E y betacarotenos aportará un efecto antioxidante, regenerador y beneficiará a adquirir un bronceado sin una exposición prolongada al sol. Algunas de los productos más recomendados son cítricos como el kiwi, el mango, la zanahoria, el tomate, acelga, espinacas o el brócoli, entre otros. Muy importante también, no sólo para la piel sino que para todo el organismo, es el consumo de agua en cantidades suficientes que permitan una adecuada hidratación.
“La piel, además de ser el órgano más extenso, cumple importantes funciones de termorregulación y protección frente a agresiones externas -tanto químicas como microbiológicas-, por lo que su cuidado en verano es fundamental, ya que es donde más se ve expuesta a agresiones y oxidación. Por eso, en esta época, necesita un aporte extra de nutrientes que provengan de una buena alimentación o suplementos para carencias específicas”, concluye Galarce.