Se acerca un verano difícil donde se proyectan temperaturas superiores a lo habitual, lo que nos alerta para prepararnos para enfrentar amenazas como son los incendios. El escenario de riesgo ha aumentado exponencialmente por factores del cambio climático, la escasez hídrica y los pocos instrumentos de planificación territorial que puedan regular efectos y evitar arriesgar más allá de lo conveniente. En un año con más lluvia, los pastizales han aumentado, sumado al viento y las altas temperaturas, se configura un factor de riesgo enorme.
Vimos olas de calor en el hemisferio norte el último verano, junto a ello la pérdida de vidas humanas en zonas urbanas producto de incendios forestales sin control. Ya vemos incendios descontrolados en la zona de Córdoba en Argentina y también en el norte de Brasil.
Este escenario muy adverso puede replicarse en nuestro país y de hecho en los últimos años hemos tenido lamentables eventos que han significado la perdida de muchas hectáreas de cultivos, han arrasado con pequeños poblados y cientos de viviendas en situaciones de borde y de riesgo, por estar inmerso en áreas forestales como la construcción en quebradas, a pesar de que está prohibido por planes reguladores.
Necesitamos con urgencia voluntad política para invertir en seguridad. Extremar las medidas preventivas, implica educar, incorporar en nuestros programas escolares, materias referidas a la comprensión y prevención de riesgos a nivel geográfico como en las ocupaciones de territorios urbanos, debemos revisar nuestros instrumentos de planificación para diseñar a favor de la naturaleza y controlar mejor los fenómenos naturales.
Por ejemplo, en Australia existen normativas que permiten edificar en algunas zonas con bosques de eucaliptos, pero aquella norma debe asegurar dentro del diseño, de la o las viviendas, zonas de seguridad que son refugios dentro de las construcciones, sistemas con estanques de agua que aseguran el tiempo suficiente para que algún sistema de rescate pueda llegar en tiempos calculados.
Seguir trabajando en energías renovables que reemplacen la combustión, un plan de mantención programado para inmuebles antiguos y un monitoreo de alerta del territorio deben ser prioridad para nuevas políticas preventivas.
Uwe Rohwedder
Arquitecto y académico U. Central