El desafío del reciclaje y la reutilización de baterías de autos en Chile

El desafío del reciclaje y la reutilización de baterías de autos en Chile

El avance de la electromovilidad en Chile ha abierto una nueva etapa para el transporte sostenible, pero también un reto ambiental urgente. De esta manera surge la siguiente incógnita: ¿qué hacer con las baterías de autos cuando terminan su vida útil? La gestión de estos residuos se ha convertido en una prioridad tanto para el sector público como para la industria automotriz que buscan evitar el impacto de los desechos peligrosos sobre el suelo, el agua y las comunidades.

De acuerdo con las proyecciones del Ministerio de Energía, el número de vehículos eléctricos en circulación se multiplicará en los próximos años. Este crecimiento trae consigo una consecuencia inevitable como el aumento de baterías que alcanzarán el final de su ciclo de vida. Estas unidades contienen materiales como litio, níquel, cobalto y plomo, cuya manipulación requiere protocolos específicos de seguridad ambiental. Por eso, el desafío ya no se centra solo en el reciclaje, sino en cómo prolongar su utilidad manteniendo el concepto de economía circular.

Economía circular y segunda vida energética

Uno de los enfoques más prometedores de este debate es la reutilización de las baterías eléctricas en proyectos de almacenamiento de energía. Una vez que dejan de ser eficientes para mover un automóvil, muchas conservan hasta un 70% de su capacidad, suficiente para acumular electricidad proveniente de fuentes renovables como la solar o la eólica. Este proceso ayuda a crear bancos energéticos para viviendas, edificios o comunidades rurales, donde el acceso a la red es limitado.

En Chile, algunas universidades y empresas tecnológicas han comenzado a desarrollar programas piloto para extender la vida útil de las baterías. Estos proyectos no solo reducen el volumen de residuos, sino que también promueven un modelo más sostenible de producción y consumo. De esta manera, volver a aprovechar los componentes de alto valor, como el litio y el cobre, también disminuye la necesidad de extraer nuevos recursos naturales, una actividad que tiene impactos ambientales y sociales significativos.

Cabe destacar que la economía circular aplicada a la electromovilidad ofrece un nuevo campo de innovación industrial. Por ello, las empresas que logren integrar procesos de recolección, diagnóstico y reacondicionamiento de baterías podrían posicionarse como actores claves en una cadena productiva más limpia en la industria.

El reciclaje de baterías convencionales

En paralelo, las baterías de plomo-ácido aún predominantes en los automóviles convencionales siguen siendo un foco de atención. A diferencia de las baterías de litio, su proceso de reciclaje está más desarrollado y cuenta con una red de recolección más amplia. Por ello, el mercado automotriz chileno mantiene programas para recibir y reciclar estos dispositivos.

Las tendencias de reciclaje se apoyan también en la responsabilidad extendida del productor, una política pública que obliga a las empresas a hacerse cargo de los productos que ponen en el mercado una vez que se convierten en residuos. Este enfoque ayuda a incentivar el desarrollo de soluciones que minimicen el impacto ambiental en el diseño de las baterías.

Lo anterior, se puede evidenciar en que cada vez más conductores entregan sus baterías en lugares autorizados, entendiendo que una disposición incorrecta puede liberar metales pesados y contaminantes difíciles de mitigar.

Una oportunidad ambiental y tecnológica

La gestión responsable de las baterías no es solo una obligación ambiental, sino una oportunidad para generar conocimiento, empleo y tecnología local. Chile cuenta con una posición privilegiada en la cadena global del litio, y desarrollar capacidades internas de reciclaje permitiría capturar mayor valor agregado dentro del país. De este modo, el ciclo de la electromovilidad podría cerrarse de forma más sostenible, desde la extracción del mineral hasta su recuperación final.

Los expertos coinciden en que los próximos años serían decisivos para consolidar una industria nacional de reciclaje de baterías. Así que la transición hacia una movilidad más limpia no se completaría solo con autos eléctricos, ya que también podría depender de cómo se gestionen los residuos y transformarlos en una nueva fuente de energía y desarrollo.

Andrés Aguilera

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