El enfoque de género aplicado en el aprendizaje desde tempranas edades, contribuye a identificar los estereotipos culturalmente aceptados e incentivar la participación femenina en el ámbito STEM.
Durante el primer cuarto de siglo XXI, las transformaciones sociales unidas a las necesidades del sector productivo, han fortalecido una conciencia globalizada sobre los beneficios de la inserción femenina en el mundo laboral. Tendencia que nos impulsa a disminuir la brecha de matrículas entre niños y niñas, con la finalidad de robustecer su proceso de formación en etapa escolar. Una acción que también contribuye a incentivar el acceso de la mujer a la Educación Superior, generando importantes beneficios culturales, laborales y ecológicos.
A pesar del alentador panorama, en 2024, estudios de UNESCO, consignan que, a nivel mundial, un total 122 millones de niñas no ingresan a la educación primaria. Cifras que refuerzan el rol de la educación, para brindar herramientas que les permitan ampliar su capacidad de acción, la exposición a procesos de aprendizaje y el acceso a una mejor calidad de vida.
Hoy, invertir en la educación de las niñas y las mujeres, contribuye a potenciar su injerencia en sectores económicos, donde su participación se ha visto mermada por barreras de género provenientes de su formación escolar. Un punto ejemplificador, lo representan el área de las Ciencias, la Tecnología, la Ingeniería y las Matemáticas (STEM), alcanzando significativas diferencias con los hombres, tanto en el aprendizaje como participación en el mercado laboral.
Belén Barraza, Ingeniera Civil Química y Doctora en Ciencias de la Ingeniería, explicó que “desde los 6 años, las niñas piensan que tienen menos habilidades para las matemáticas. Ese tipo de reflexión, está ligada a cómo fuimos educadas desde la temprana infancia, donde vamos perdiendo interés por las áreas científicas, argumentando que no vamos a ser buenas para ello. A partir de este fenómeno, debemos buscar la forma que las educadoras y los educadores, generen estrategias que les permitan abordar los contenidos con un lenguaje integrador”.
La tarea de impulsar una igualdad de género, exige la actualización de los textos de estudio, agregando recursos visuales y material didáctico para tales fines. Su exposición ante las estudiantes “permite mostrar las distintas profesiones y oficios, a las que se pueden dedicar tras el fin de la etapa escolar. Asimismo, recalcar en qué sectores hay menos mujeres, concientizando sobre la realidad que enfrentamos. Los colegios deben invitar a profesionales que trabajen en ámbitos mayoritariamente masculinos o femeninos, con objeto de expresar un testimonio real, sin prejuicios y alejado de la percepción que las niñas manifiestan sobre el tema”, explicó la profesional.
En 2024, en 30 de 121 países, menos del 20% de los licenciados en ingeniería son mujeres y, en 61 de 115 países, menos del 30% de los licenciados en informática obedece al mismo género. Desigualdades que, a escala mundial, derivan en pérdidas que alcanzan los 160 billones de dólares. Una cifra que representa el equivalente al doble del valor del PIB mundial.
Los desafíos para reducir las brechas de género
Invertir en la educación de las niñas y las mujeres, es una inversión inteligente para la transición ecológica. Una medida que aumentaría las probabilidades de crear empresas centradas en el desarrollo sostenible. Sin embargo, su menor participación en labores con habilidades STEM, ha derivado en un menor participación en los empleos asociados al medio ambiente.
“Para incentivar el interés de las niñas por el desarrollo de habilidades científicas, es relevante que conozcan a mujeres que se desempeñen en estas áreas. Sentir que se puedan ver reflejadas en la diversidad de perfiles, conocer historias y las dificultades que hemos vivido. De esta manera, podrán entender por qué resulta tan esencial el ingreso a esos ámbitos”, explicó Barraza.
Según la profesional, “de aquí al 2050, el 75% de los trabajos, van a estar asociados a las habilidades STEM, entonces, si mantenemos la brecha que predomina en estos momentos, vamos a desarrollar una pérdida de capacidades productivas para nuestro país. Lamentablemente, excluimos a mujeres que son muy capaces de desempeñarse en esos ámbitos que, a pesar del éxito, no lo están llevando a cabo por prejuicios culturales y sociales”.
Para Barraza, “reducir la distancia de oportunidades, permite a las mujeres abandonar la precarización laboral. Asimismo, estar recluidas a labores de cuidado no remuneradas, simplemente por ser mujeres. Reducir estas diferencias, fortalece nuestra capacidad de avanzar al futuro con modelos de sostenibilidad ambiental, económicamente más rentables y alejado de los estereotipos sociales que nos indican a qué cosa podemos dedicarnos o no”.
A juicio de María Elena Lienqueo, profesora Titular de la Universidad de Chile y Doctora en Ingeniería Química, “necesitamos problematizar sobre situaciones que despierten el interés en la mujer a través de soluciones que encuentren a su alcance. Por ejemplo, en el caso de las matemáticas, abrirse al estudios de acciones cotidianas que le permitan acercarse a esos tópicos. Asimismo, consolidar el interés por la Biología, donde la mujer ostenta gran participación y, de manera urgente, fortalecer su inserción en el mundo de la Tecnología, un sector altamente masculinizado, donde se hace necesario disminuir la brecha actual, motivando su interés por la salud, medio ambiente e investigación, entre otras temáticas”.
La académica subrayó que “cuando nos desenvolvemos en ambientes de equidad, no hay efectos negativos, ya que todos podemos hablar y expresarnos libremente. Si bien, los hombres y las mujeres representamos diferentes puntos de vista, trabajando en equipo, somos capaces de alcanzar mejores resultados”.
A nivel cultural, los avances en materia de género “han permitido ampliar nuestro enfoque. Cuando educamos o nos involucramos en labores que persiguen un mismo objetivo, los resultados tienden a ser mejores. Bajo esa perspectiva, avanzar con igualdad nos permite vivir en una sociedad más justa y con mayores oportunidades de desarrollo”, destacó Lienqueo.
Actualmente, la sociedad civil tiene un rol fundamental en los procesos de transformación hacia la equidad de género. La evolución del mundo laboral, exige la aplicación de soluciones para el sector productivo, la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías. La inserción de la mujer en la educación, se levanta como una medida de primera necesidad, orientada a brindar las mismas oportunidades, condiciones y formas de trato, que permitan y garanticen el acceso a la totalidad de los derechos que tienen como ciudadanas.