Cada 21 de marzo, se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down y más allá de los calcetines desparejados…
El día Mundial del Síndrome de Down, es una fecha que suele asociarse con el uso de calcetines desparejados como símbolo de apoyo.
Sin embargo, este gesto debe ir acompañado de acciones concretas en los establecimientos educacionales, para garantizar una verdadera inclusión y eliminar barreras que aún persisten.
En Chile, los estudiantes con Síndrome de Down enfrentan grandes desafíos.
La educación inclusiva no se trata solo de la existencia de escuelas especiales.
Sino de generar entornos donde los estudiantes con y sin discapacidad convivan e interactúen de manera equitativa.
Muchas escuelas aún no cuentan con las condiciones adecuadas para atender a estudiantes con discapacidad.
Por ello es necesario implementar sistemas de evaluación de accesibilidad y promover adecuaciones graduales que faciliten una inclusión efectiva.
Esto implica la capacitación continua de docentes y personal administrativo, la adaptación de infraestructuras y la promoción de una cultura escolar basada en la diversidad y la participación de todos.
La educación inclusiva beneficia a toda la comunidad escolar.
Según Babik y Gardner (2021), las personas sin discapacidad que compartan en entornos inclusivos desarrollan actitudes más empáticas y menos prejuiciosas hacia sus compañeros con Síndrome de Down, fomentando una sociedad más justa y equitativa.
En este Día Mundial del Síndrome de Down, más allá de los símbolos, es fundamental comprometerse con acciones concretas para la inclusión.
Solo con esfuerzos sostenidos lograremos una sociedad donde todas las personas tengan igualdad de oportunidades para su desarrollo pleno.
Por: Jeimy Vargas
Académica Escuela de Educación Diferencial