La media se sitúa en los 38 años, aunque se observa un descenso progresivo en la edad a la que se toma esta decisión. En general tienen una vida profesional y situación económica estables, y cuentan con una red familiar que les apoya en este proyecto.
Son mujeres que lo tienen muy claro; quieren formar una familia, están sin pareja, pero no están dispuestas a renunciar a su sueño. Una realidad que ha llegado a nuestra sociedad para quedarse.
Las familias monoparentales crecen de manera sostenida año tras año, y el cambio social en torno a la llamada “maternidad en solitario o maternidad singular” es innegable. A nivel mundial, las mujeres sin pareja que recurren a clínica IVI para conseguir ser madres ha aumentado un 42% en los últimos 5 años.
“Podríamos retratarlas como pacientes con una media de 38 años, vida profesional y situación económica estable. Muchas de ellas han tenido parejas previas, pero no han logrado o buscado un embarazo; sin embargo, nunca han perdido de vista su meta de ser madres, al margen de su situación sentimental. Están decididas a emprender la aventura de la maternidad en solitario desde su madurez emocional, y frecuentemente cuentan con una red familiar que las apoya en este proyecto. Son mujeres fuertes, tenaces, muy conscientes de su decisión y seguras de llevarla a cabo hasta lograr formar su esperada familia”, señala la doctora Rose Marie Meier, especialista en medicina reproductiva de IVI Santiago.
Con el paso de los años, este modelo familiar llamado alguna vez transgresor y objeto de prejuicios e incomprensión, hoy es parte importante de la radiografía social, y evidencia de cómo la ciencia ha ido solucionando las necesidades de la población.
“Las cifras así lo demuestran. En IVI Santiago, en los últimos 5 años ha aumentado la cantidad de pacientes que consultan a un especialista con la intención de ser madres sin pareja en un 22%”, agrega la doctora Meier.
A la hora de formar una familia, son muchas las opciones de tratamiento para este perfil de pacientes; la maternidad en solitario puede conseguirse mediante diferentes técnicas de reproducción asistida, como inseminación artificial y fecundación in vitro con semen de donante, o donación de ambos gametos (semen y óvulos).
“Otro dato a destacar es la edad promedio de estas pacientes. Si bien ronda los 38 años, lo cierto es que en los últimos años está sufriendo una disminución progresiva, lo que demostraría la creciente concienciación social respecto al declive de la fertilidad femenina a partir de los 35 años. No obstante, sabemos que aún queda mucho camino por hacer en este sentido”, añade la doctora Meier.
¿Qué les hace decidirse? ¿Qué les preocupa?
Se trata de mujeres independientes, decididas, con un claro objetivo al que no están dispuestas a renunciar por el hecho de no disponer de una pareja con la que compartir este proyecto de vida, o con quienes, simplemente, no se ha dado la ocasión.
Así lo cuenta desde su experiencia Alejandra, paciente de IVI Santiago, que tuvo claro que quería ser madre en solitario: “Sin duda, las familias monoparentales son una realidad más y más visible en la sociedad. Cada vez más mujeres superamos los miedos y las barreras a las que nos enfrentamos al pensar en formar una familia en solitario. Creo que romper mitos y ser transparentes sobre esta decisión y sus consecuencias, y normalizar el hecho de tener una familia pequeña pero perfectamente funcional, redundará en el futuro beneficio y la aceptación de nuestros hijos, y por ende de toda la sociedad”.
Los expertos recalcan la importancia de normalizar los nuevos modelos de familia para que los niños construyan y entiendan poco a poco la realidad que les rodea. Estas explicaciones siempre deben darse de manera natural y con ejemplos y realidades cercanas del día a día, que les ayuden a ver que este tipo de familia es igual de válida que cualquier otra, independientemente de los miembros que las integran.