Un tema bastante delicado, pero como lo he expresado antes, la buena arquitectura influye en nuestro quehacer cotidiano y además nos permite si está bien diseñada, orientada y pensada en nuestro bienestar humano, lograr buena calidad de vida.
Las decisiones de diseño deben integrar variables que entiendan el problema de la salud mental y que promuevan el bienestar de sus usuarios. Entender bien este fenómeno nos dice que la experiencia humana necesita salir de la monotonía y proponer experiencias sensoriales en evolución, simultaneidad, desdoblamiento y para estimular la creación de formas y materiales que se transforman en escenarios vivos para distintas actividades humanas. Así queda manifiesta la capacidad de la arquitectura para influir en la salud física y mental de las personas. Sólo la experiencia de incluir algo natural (Biofilia), alguna planta o recrear un paisaje en espacios interiores obligan a ocuparse de temas básicos como la ventilación, el confort térmico (temperatura) la iluminación (luz) y los decibeles (ruido).
Quizás lo más complejo de este desafío es incorporar variables científicas que expresen adaptabilidad por temas de sentimientos y emociones que varían de persona a persona incluso de culturas, países y costumbres. El incorporar estos aspectos conocidos como ‘Topofilia’, es saber de las conexiones sentimentales que alguien puede haber desarrollado en relación con determinados lugares. Hoy se ha usado bastante el termino de espacios hostiles versus espacios felices, relacionando esto último con protección, refugio y tranquilidad.
Con este pequeño análisis si podemos decir que la arquitectura puede contribuir efectivamente a crear lugares donde los usuarios se sientan felices en sus relaciones y desplazamientos diarios. Lo que hoy ya se conoce como las gramáticas de convivencia son otra pista para volver al comienzo de este relato. La sensación de encierro de un escolar, el que encuentre que su lugar de estudios más bien se parece a una clínica, es algo que nos debe ocupar de sobremanera considerando que en nuestros jóvenes la tasa de suicidios ha aumentado en los últimos tiempos.
Uwe Rohwedder
Arquitecto y académico de Universidad Central