MiBar fue el escenario que recibió la celebración de los 15 años de una banda cargada de metal, identidad y compromiso con la escena local.
Por Beto Arán
Una emotiva presentación con un recinto colmado en su totalidad, marcaron la tónica de una celebración acompañada de verdaderos himnos de resistencia. Esas canciones que sacan ronchas de placer, a través de letras y lugares ampliamente reconocibles para los antes del rock & roll.
Desde temprano, las inmediaciones del bar ubicado en Providencia comenzaron a teñirse de poleras negras, chaquetas de cuero y sugerentes miradas de complicidad entre sus seguidores. Aquellos anónimos fans que dan vida a la escena chilena, como un testimonio vivo de fidelidad y respaldo a los músicos nacionales.
En la antesala del evento, Drake, agrupación nacional con más de 20 años de carrera, fueron los encargados de abrir los fuegos para una velada cargada de emociones. Los responsables de “Yo me vengaré”, demostraron la evolución y contundencia de su propuesta en vivo.
A las 22:30 horas, Acero Nacional subió al escenario en medio para conmemorar un hito en su trayectoria. No era para menos: 15 años no solo hablan de persistencia, sino de una conexión profunda con una comunidad que ha crecido junto a sus canciones.
El show arrancó con fuerza, con temas como “Santa Inocencia” “Sangre de Metal” y “Judas”, que marcaron el tono del concierto: potencia sin concesiones, letras con contenido social y una ejecución afilada. A lo largo de la noche, desfilaron temas emblemáticos como “Yo”, “Rumbo”, “Héroe”, “Rocanrol”, “Renacer”, “Acero” y “Trueno” que el público no solo cantó, sino que agradeció con una fidelidad poco común en la escena local.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada, llegó cuando la banda detuvo por un momento la descarga eléctrica para agradecer el apoyo incondicional de sus seguidores, muchos de los cuales han estado desde los inicios del grupo. Una etapa donde Acero Nacional, comenzaba su viaje por los circuitos subterráneos del metal chileno. Fue un instante de comunión, en el que la música y la historia se fundieron en un mismo latido colectivo.
Lejos de conformarse con un show conmemorativo, Acero Nacional ofreció una presentación con el profesionalismo y la contundencia de una banda que no mira hacia atrás con nostalgia, sino que proyecta su legado con orgullo y hambre de futuro. La puesta en escena, sólida y directa, reflejó no solo la madurez musical del grupo, sino también su vigencia en una escena que necesita propuestas con identidad propia.
El cierre, con el clásico “Libre”, fue un verdadero grito de guerra, con el público alzando los puños y cantando como si se tratara del último concierto de sus vidas. Fue el broche de oro para una noche inolvidable que no solo celebró una carrera, sino que ratificó que Acero Nacional es una de las voces más potentes del metal chileno.
Y claro está: 15 años de acero no se oxidan. Se forjan en el calor del escenario, en la energía de un público fiel. Asimismo, en la determinación de una banda que ha sabido mantenerse firme, auténtica y combativa. Y si algo dejó claro este show, es que todavía queda mucho metal por fundir.
