En el Día Nacional contra el Femicidio, la violencia intrafamiliar vuelve a instalarse como una urgencia que atraviesa al país de norte a sur. A diario se conocen nuevos casos, muchos de ellos con antecedentes previos, lo que confirma que la violencia extrema no llega sin aviso, sino que suele ser el resultado de una escalada conocida y advertida.
En lo que va de 2025, Chile registra 40 femicidios consumados, 285 femicidios frustrados y 58 femicidios tentados, según cifras del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg). Una parte importante de estos casos corresponde a situaciones que ya estaban judicializadas, con denuncias y medidas cautelares vigentes.
Aunque desde 2021 existe en Chile el monitoreo telemático como medida cautelar en casos de violencia intrafamiliar, su aplicación sigue siendo baja. A nivel nacional, el promedio de solicitudes alcanza apenas un 3%, una cifra que contrasta con la magnitud del problema y con la recurrencia diaria de hechos de violencia.
“En Magallanes, lamentablemente, la cifra baja a un 1,5%, mientras que la región con mayor uso es Coquimbo, con poco más del 6%”, señaló Paul Thornton, gerente de Track Group.
La brecha se profundiza en las regiones. En Antofagasta, por ejemplo, solo 1,8% de casos de VIF judicializados durante este año, han contado con la aplicación de tobilleras electrónicas. En La Araucanía, el 4,5% y en Valparaíso solo 2,5%, pese a la alta cantidad de denuncias por violencia intrafamiliar. Una realidad que se repite en distintos puntos del país, donde la baja aplicación del monitoreo convive con altos niveles de riesgo para las sobrevivientes.
Paul Thornton, gerente de Track Group resalta que, “desde que se dictó la ley hasta ahora, no se han registrado agresiones por violencia intrafamiliar entre las personas que utilizan el monitoreo. En España, su uso permitió una disminución de estos ataques en un 25%”.
Track Group advierte que la baja aplicación tiene consecuencias concretas. “El sistema permite generar alertas tempranas ante el incumplimiento de órdenes de alejamiento, reducir el contacto entre el agresor y la sobreviviente, de esta forma fortalecer la respuesta institucional, especialmente en territorios donde las distancias y los tiempos de reacción aumentan la vulnerabilidad”.
En una fecha que invita a la reflexión, el desafío es claro: pasar del recuerdo a la prevención, utilizando de manera efectiva herramientas que ya existen y que pueden marcar la diferencia entre intervenir a tiempo o lamentar consecuencias irreversibles.
