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La adolescencia es una montaña rusa de emociones y sensaciones para los adolescentes y sus familias. Algunos jóvenes optan por enfocarse en los deportes, otros comienzan procesos donde se vuelven más tímidos o extrovertidos, algunos exploran gustos musicales, artísticos y en general, hay un fuerte arraigo al sentido de amistad más que al familiar: exploran para conseguir su identidad individual y social y en esa búsqueda, nuestros jóvenes atraviesan delgados límites.
Sabemos que es una etapa compleja y llena de cambios que deben suceder, pero siempre es recomendable estar atentos a las “banderas rojas” que puedan ir surgiendo. Eileen Serey, directora ejecutiva de Teen Power, -equipo multidisciplinario enfocado en la entrega de herramientas para este grupo etario-, señala que durante este período “es muy importante saber diferenciar cuando los jóvenes no lo están pasando bien. Esto va más allá de cuando algo no les gusta, hay que observar cuando derechamente los cambios se transforman en dolor o sufrimiento o cuando incluso, a pesar de ser una situación típica de adolescencia, no hay una adaptación adecuada a determinada situación”.
De esta forma, es muy importante identificar que durante este período nos enfrentamos a cambios y reacciones totalmente normales para esta edad: desagrado frente a situaciones sociales que no son divertidas o interesantes, poca energía para realizar tareas en casa y con mayor lentitud, desmotivación para cumplir con algunos horarios o tareas escolares y de higiene.
Sin embargo, existen algunas conductas y reacciones que se transforman en señales de que no lo están pasando bien y es ahí donde debemos intervenir de manera oportuna para prevenir efectos socioemocionales en la edad adulta:
De acuerdo a los registros que tiene Teen Power, existen 7 señales de alerta que debemos monitorear:
- Rechazo absoluto a entornos sociales con sus pares.
- Cambios bruscos de ánimo y excesiva timidez.
- Peticiones constantes de cambios de colegio.
- Culpar al resto de los resultados de acciones propias.
- Alto nivel de frustración frente a todo tipo de resultados (buenos o malos, nunca es suficiente).
- Preocupación excesiva por la apariencia física y tipo de alimentación.
- Falta de sueño y períodos de ayuno extensos.
Si conoces a alguien que esté atravesando alguna situación compleja, no dudes en prestarle ayuda y avisar a su entorno cercano. Siempre se puede prevenir.
La adolescencia son los primeros pasos de la vida adulta y muchas veces la solución pasa sólo por enseñar herramientas adecuadas para que aprendan a interpretar su entorno de una forma amigable.
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